Desmontando la culpa
La culpa es una sensación desagradable que te crea sensación de peso, como un pellizco en el estómago o como si te estrujaran el corazón. Alrededor de ella giran sentimientos como tristeza, pesadumbre, frustración, angustia…es una emoción un tanto torturadora que no sólo afecta a tu estado emocional sino que también te limita a la hora de tomar decisiones porque:
– te inmoviliza
– disminuye la autoestima
– genera dependencias afectivas
– no aceptas
– te impide responsabilizarte de tu vida
– te posiciona en el victimismo
– te resta poder personal
Te influye de lleno en este sentimiento la moralidad en la que te educaron y que forma el conjunto de creencias sobre las que asientas tus valores pero, sintiéndote culpable, ¿estás logrando recuperar el equilibrio? Seguramente estés tomando las decisiones desde el NO MEREZCO y por eso no hayas logrado la satisfacción que esperabas o que quizá no hayas sido capaz todavía de hacer algo al respecto de la situación en la que te sientes culpable.
La culpa no se resuelve huyendo ni castigándote por lo que sucedió. Tampoco culpabilizando a otros. Este sentimiento tan pesado sana actuando de manera REPARADORA con la situación; para ello tenemos que llegar la aceptación de nuestra RESPONSABILIDAD y a partir de aquí, aportar una solución reparadora.
No siempre podremos repararlo con la misma persona a la que afectó el daño pero sí con otros. La cuenta pendiente la llevas internamente y te puedes encontrar con que la persona o personas relacionadas con lo ocurrido, no están en disposición de perdonarte, quizá todavía no puede. El perdón también es una elección al igual que también es una elección sentirte culpable o perdonarte a ti mismo.
Lo más recomendable para resolver es reparar, al menos para saldar tu cuenta con el karma, ley universal que siempre está funcionando. El karma siempre vuelve y no es un castigo, sino una segunda oportunidad y una oportunidad para aprender. La Ley del Karma equilibra.
“La vida nos da la oportunidad de estar al otro lado para salir de la ignorancia.“
Dejemos que la culpa nos enseñe a distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Al igual que el resto de emociones básicas tiene su lado bueno. Sin este sentimiento nos haríamos daño indiscriminadamente. Luego en cierto modo, equilibra la convivencia, te ayuda a vivir con sentido común, respeto y responsabilidad, también enseña sobre la compasión y seguramente a ti se te ocurra alguna cosa más. De modo que el sentimiento de culpa es tan útil como la alegría o el miedo, en su justa medida.
Me contaron una historia sobre Gandhi que te puede dar una idea de esto que hablo de reparar.
Recuerdo que el relato es más o menos así:
“Cuando finalizó la guerra aquella en la que Gandhi hizo huelga de hambre un hombre se acercó hasta su casa con intención de hablar personalmente con él e insistió de tal manera que Gandhi salió a recibirle.
Aquel hombre le dijo muy afligido -“voy a suicidarme, no merezco la vida”- a lo que el líder le preguntó a qué se debía aquella decisión. El hombre desde su aflicción le contó que durante la guerra había matado a dos niños musulmanes sólo por ser musulmanes y que ahora que todo había pasado, se daba cuenta de lo cruel que había sido. Sólo eran dos niños inocentes y por ese motivo él no merecía la vida. Entonces Gandhi le preguntó si no se había planteado la idea de reparar aquello, a lo que el hombre asombrado dijo:
-“¿cómo voy a hacer eso? ¿cómo se puede reparar una vida perdida? ¡Ojalá y pudiera devolverles la vida! sería lo único posible para reparar el daño”- a lo que Gandhi le respondió
-“¿y por qué no adoptas a dos niños musulmanes, les proporcionas educación y una vida mejor respetando su religión? De este modo ayudarás a dos niños que necesiten educación y tú podrás reparar lo que hiciste y tu culpa.”-
Aquel hombre se quedó sorprendido con el consejo del líder y aceptó. Encontró a dos niños musulmanes huérfanos por la guerra, los adoptó, les dio un hogar, alimento, les dio una buena educación adecuada a su religión y un futuro prometedor. De este modo el hombro encontró paz y a su vez esos niños tuvieron una vida.”
No siempre podemos resolver en el mismo lugar en el que fallamos pero esto no significa que no merezcamos una segunda oportunidad en otro lugar. Reparar es rectificar, implica arrepentimiento, responsabilidad, acción y perdón.
Quizá con arrepentimiento y pidiendo perdón logres la solución. A veces sólo necesitamos escuchar una disculpa o que nos dejen pedir perdón.
Más abajo dejo un vídeo de mi primera ponencia en la que hablé sobre este tema y nombro algunos detalles más que he aprendido sobre esta emoción.
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